Por Hugo Basile*
Esta propuesta
abierta de escribir sobre espiritualidad* desde diversos campos, implica el
preguntarse, en primera instancia, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de
espiritualidad?. ¿Es lo mismo espiritualidad que religión?, Y si no lo es, ¿por medio de diferentes
religiones se llega a una misma espiritualidad? ¿La espiritualidad implica
solo lo natural o también lo sobrenatural?
¿O ambas cosas? ¿Ser ateo implica estar carente de espiritualidad?.
Muchas preguntas,
sobre todo cuando es posible que se las intente responder desde la razón, y
quizás la razón sea inferior en sus posibilidades de comprensión que el propio
espíritu, siempre y cuando consideremos que existe la espiritualidad y también
el Espíritu.
Quizás sea prueba
de esto el hecho de que aquellos que alcanzaron un estado de gracia, o un
esbozo iluminador o un satori, no puedan explicarlo por medio de las palabras,
porque la experiencia pertenece a un
lugar para el cual no existen palabras, si se quiere un lugar transracional.
Y si bien no
existen palabras para explicarlo, si existe la experiencia, ya que miles de
años de experiencia humana que nutren nuestro inconciente colectivo, conservan
la memoria de los rituales tribales, de la comunitas
que experimentamos durante mucho más tiempo que la sociedad estructurada que
apenas lleva unos cientos de años. (Usandivaras/ Eliade)
Comunitas en la
cuál el éxtasis del ritual era una forma de espiritualidad.
Entonces ¿hay dos
formas de experimentar la espiritualidad, dónde una es el éxtasis y la otra es
una espiritualidad “cotidiana”? ¿o la espiritualidad “cotidiana” es la manera
de llevar la experiencia del éxtasis a la vida real? Y si esto fuera así,
¿puede modificarse esa “realidad cotidiana” desde la espiritualidad? ¿Hay una
espiritualidad aplicable a áreas tan disimiles como la economía o la política?
¿Son la economía y la política mundial muestras de nuestra pobre manera de ejercer la espiritualidad?